Blogia
Norbageando

IPC (La huerta, por las nubes)

El IPC desciende, pero la cesta de la compra sube con cifras de dos dígitos, mientras el INE afirma que dos de cada tres hogares no llegan a fin de mes

J. MUÑOZ j.munoz@diario-elcorreo.com/BILBAO


La distancia entre la inflación oficial -2,6% en octubre- y la realidad de la cesta de la compra es un misterio para el ciudadano corriente. Desde el año pasado, las patatas han subido un 27%; el tomate, un 53%; la leche, el 23%; el cordero, un 10%; el aceite, el 58%; el yogur, un 322% Los precios de los alimentos, unidos al encarecimiento de las hipotecas y a la marcha de los salarios (han crecido un 3,19% este año), ayudan a entender por qué dos de cada tres hogares confiesan que no pueden ahorrar, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Euskadi se acerca al pleno empleo (algo más del 5% de paro), pero los consumidores no llegan a fin de mes -un drama que viudas y pensionistas sufren en silencio-. Y mientras, los agricultores alaveses insisten en que los precios de sus cosechas se han estancado o caen desde hace años. A mediados de octubre, el kilo de patata costaba 0,23 euros en origen, pero se cobraba a 0,78 en destino. ¿Qué ocurre con los 0,55 euros de en medio?

«El margen es mayor aún», afirma Iñaki Fernández de Larrinoa, presidente de la Unión de Agricultores y Ganaderos de Álava (UAGA), una organización que forma parte del sindicato vasco EHNE y de la asociación estatal COAG. «Esos 23 céntimos por kilo de patata en origen son un precio de referencia, pero a muchos agricultores les pagan la mitad». De las 1.700 hectáreas dedicadas a la producción de tubérculo en Álava, alrededor de 600 producen a doce céntimos para firmas que comercializan ‘chips’ de aperitivo o bolsas con el sello de calidad destinadas a las grandes superficies.

Etiquetado

Los agricultores y ganaderos han pedido que los alimentos se etiqueten con el precio de origen y el de venta al público para que se aprecie la diferencia. Sin embargo, la portavoz de la Unión de Consumidores de Euskadi (UCE), Ana Collía, hace algunas salvedades. «En esa diferencia se contemplan los costes de elaboración, transformación, envasado La renta de las familias ha subido, y ahora se inclinan más por la calidad. Pero la identifican con el tamaño y con la presencia del producto. Ofrecer esas cualidades y garantizar el origen del alimento, lo que llamamos trazabilidad, encarecen el proceso», indica.

De todos modos, la UCE reconoce que, incluso descontando esos costes, «los márgenes continúan siendo muy altos». Tan altos que el Servicio de Defensa de la Competencia abrió una investigación en 2003 para confirmar si los precios se estaban inflando de forma artificial. Y eso mismo fue lo que imaginaron los consumidores cuando se produjo la inexplicable ascensión del aceite de oliva.

Las pesquisas han quedado sepultadas en el olvido, pero tras las subidas de precios propiciadas por el euro, España se ha convertido en el segundo país de la UE con los productos frescos más caros. «Cuestan más en los hipermercados que en las tiendas. Los primeros lanzan grandes ofertas como ‘gancho’ para atraer al cliente hacia los otros productos», explica Ana Collía.

Sin embargo, las grandes superficies ponen en duda que el consumidor sea tan propenso a pagar caros los alimentos como podría sugerir la marcha de la economía. En la firma Eroski aseguran que los hogares se aferran a las ofertas y a las ‘marcas blancas’ para abaratar como pueden la cesta de la compra, pues cada vez están más acuciados por los costes de la vivienda y otros gastos más recientes, como la telefonía móvil.

Pero Eroski reconoce que en las pautas de consumo también tiene incidencia el escaso tiempo disponible del consumidor. «Se ha convertido en un valor en alza debido a la incorporación de la mujer al mundo laboral y al mayor disfrute del ocio», indica un portavoz de la empresa. «Esos cambios -prosigue- se han reflejado en la demanda de platos preparados y de alimentos semielaborados».

Ciertamente, las bolsas con lechugas de colores, listas para aliñar cuando uno tiene prisa, son el tipo de artículos que han atraído a las cooperativas vascas interesadas en el ‘valor añadido’; es decir, en cobrar un poco más a una clientela cada vez más variada y con necesidades diversas. «Cuanto más elaborado es el producto, lógicamente pasa por más manos. Elaboración, plastificación, transporte Y todos intentan obtener su margen», indica Iñaki Fernández de Larrea, de UAGA. «Pero no existe un control de esos márgenes».

Calidad y elaboración

El trigo cotiza a la baja desde hace tiempo, a pesar del repunte actual; pero el pan ha subido un 177% de 2001 a 2006. La leche sigue la misma evolución, lo que no ha impedido que el ‘tetrabrik’ se encarezca. Los agricultores lamentan que la idea de calidad se desplace desde la materia prima -la fruta, la hortaliza, la carne o el pescado- al alimento elaborado y vistoso, adornado con la leyenda de ‘producto de la tierra’ o ‘producto ecológico’ y con alusiones a la salud. «Antes, el consumidor conocía las variedades de la patata y sus cualidades, pero ahora encuentra bolsas para ‘freír’, para ‘cocer’ », dice Iñaki Fernández de Larrea. «No siempre sabe qué tipo de patata es. Al final, coge lo que le dan», agrega.

Ana Collía visitó una finca de frutales en Lérida y observó que allí apartaban las manzanas ‘golden’ más arrugadas para venderlas en el País Vasco. «Me aseguraron que aquí no estamos tan preocupados por la presencia de la fruta como en otros lugares», relata la portavoz de la UCE.

0 comentarios