Blogia
Norbageando

Los menores de 35 años que adquieran un piso pagarán más con el nuevo IRPF

   La gran mayoría de los contribuyentes vascos va a ver reducida su presión fiscal a partir del próximo 1 de enero con el nuevo Impuesto sobre la Renta, que rebaja los tipos de gravámen de forma generalizada. Los cambios introducidos en la deducción por vivienda, sin embargo, pueden generar algunas distorsiones. Éste es el caso, por ejemplo, de los solteros que hayan adquirido un piso, que verán sensiblemente recortada su desgravación anual por este concepto. Así, mientras que hasta ahora podían 'restar' el 30% de los intereses y el 25% de las cantidades destinadas a la amortización de los créditos, esos porcentajes bajarán hasta el 23%. Aunque dependerá del nivel de endeudamiento de cada uno, numerosos contribuyentes en ese caso pagarán un IRPF superior con la futura norma.

Al margen de ese colectivo de jóvenes, que resulta significativo por ser una 'especie a proteger', la normativa propuesta por las haciendas forales supone un descenso más acusado de la presión fiscal para los niveles más bajos de renta. Por ello, los ciudadanos con ingresos medios tendrán una tributación ligeramente superior a la que experimentarían si residieran fuera de Euskadi (el tipo máximo en el resto de España es del 43%, frente al 45% del País Vasco). Pero tampoco hay que tomarlo como una norma lineal, ya que en determinados supuestos, cuando entra en juego la desgravación por la declaración conjunta, el resultado es favorable a los contribuyentes de Vizcaya, Álava y Guipúzcoa.

La diferente estructura del IRPF vasco y del estatal provoca, por ejemplo, un peor tratamiento en la comunidad autónoma para los separados que abonen pensiones alimenticias por sus hijos. En el caso de la legislación promulgada por el Gobierno central, estas deducciones se aplican en la base imponible y contribuyen a romper la progresividad del impuesto, mientras que en el caso de Euskadi se realizan en la cuota.

También en términos generales, los solteros van a salir un poco perjudicados por la nueva regulación fiscal. Muy en especial si mantienen un alto nivel de endeudamiento como consecuencia de la adquisición de un piso. A ellos se les va a reducir la deducción por vivienda, al menos en el corto y medio plazo. En el largo plazo, la situación de todos los contribuyentes se igualará en este punto, ya que podrán consumir como los demás un límite de 36.000 euros como crédito fiscal máximo durante toda la vida.

No hay nada definitivo. De momento, estamos ante el proyecto de norma que han aprobado las diputaciones. Pero su tramitación en juntas generales puede introducir algunas sorpresas y, en algún caso, la corrección de situaciones que pueden resultar contradictorias con el espíritu que ha aplicado hasta ahora el legislador. Ese proceso podría generar diferencias, aunque mínimas, en el tratamiento fiscal que se aplique a los habitantes de cada uno de los tres territorios históricos.

Garrigues Abogados ha analizado para EL CORREO el impacto de la reforma fiscal con seis ejemplos de contribuyentes con perfiles diversos.



1 María del Carmen tiene 28 años, trabaja como cajera en un supermercado, su salario bruto asciende de 18.000 euros y paga el crédito de un piso que compró para poder independizarse de sus padres y canalizar su ahorro hacia el 'ladrillo'. No está de suerte. Salvo que el trámite de enmiendas en las juntas generales lo remedie, forma parte del grupo de contribuyentes que van a tener razones para lamentar que se haya producido una reforma fiscal.

Lejos de ver mejorada su situación, de acuerdo a los criterios generalmente aceptados de que los jóvenes merecen una mayor protección y de que el acceso de este colectivo a la vivienda es cada día más complicado, la presión fiscal sobre ella va a aumentar. Y de forma ostensible. Exactamente, su IRPF crecerá el próximo año un 28%, ya que con la normativa de 2006 aportaría a las arcas forales 435 euros, mientras que ahora deberá pagar 557 euros. La razón hay que buscarla en el cambio que se ha producido en la deducción por vivienda. Los menores de 35 años van a tener tipos de desgravación más altos que los del resto de contribuyentes -el 23% frente al 18%-, pero experimentarán una sensible reducción con los que disfrutaban hasta ahora: el 30% para las amortizaciones y el 25 para los intereses. Aunque el dinero que puede descontar a Hacienda durante toda su vida se verá incrementado -de 30.000 a 36.000 euros-, se verá castigada ahora, en plena juventud. El único consuelo que le queda es pensar que si viviese en Burgos, al aplicarle la normativa del Estado, aún pagaría más impuestos.



2 Jose María es auxiliar administrativo en una empresa de transporte, gana 21.000 euros al año. Está separado. En el convenio firmado de mutuo acuerdo con su ex mujer, pactó una pensión alimenticia anual de 5.000 euros para su hijo, Borja. Con lo que gana y la pensión que tiene que pasar, no está en disposición de ahorrar, menos aún de comprarse piso. Incluso, por el momento, ha desechado al idea de irse a uno de alquiler. Ha retornado a su habitación de siempre: en casa de los padres. Como trabaja en Muskiz, está pensando que si decide alquilar un piso lo hará en Castro Urdiales. Así, al acogerse a la normativa fiscal del Estado, pagará menos impuestos.

El hecho de que el Gobierno central permita deducir las pensiones alimenticias en la base imponible supone una clara ventaja frente a los separados y divorciados que viven en Euskadi y aportan dinero para sus hijos. La diferencia no es grande -en su caso, 33 euros-, pero no le gusta nada la idea de abonar más a Hacienda. Menos aún cuando él, con su salario, es miembro del 'club' de las rentas bajas.



3 Antonio es fontanero, trabaja por su cuenta y declara un rendimiento de esta actividad de 35.000 euros año. Jura por sus dos hijos que en sus bolsillos no se mueve ni un euro de dinero 'negro' y que desde hace ya un par de años todos sus cobros van soportados por una factura. Está casado. Su mujer no trabaja. Harán, por tanto, la declaración conjunta y, como la mayor parte de la población, está atado a un crédito hipotecario que se llevará 9.000 euros este ejercicio entre amortización e intereses. Para él ha sido una magnífica noticia descubrir que en 2007 pagará menos impuestos; 322 euros menos, exactamente. Le tiene un poco 'mosca' que un amigo suyo que vive en Cercedilla, albañil autónomo de profesión, con dos hijos y que declara también los mismos ingresos y los mismos gastos en el hipotecario, aún abonará un poco menos: 85 euros menos, para ser rigurosos en los cálculos.

La clave está en la deducción especial que va a aplicar el Estado para las viviendas adquiridas antes del 31 de diciembre de 2006 y que va a suponer una deducción adicional. Pese al mosqueo, no le ha dado demasiada importancia. Incluso considera que se puede pagar esa diferencia porque algunos servicios públicos que recibe son mejores que los que disfruta su amigo.



4 Julián e Iratxe son funcionarios de nivel medio. Él en Lakua y ella, en el ayuntamiento de una localidad guipuzcoana. Sus salarios son idénticos: 40.000 euros brutos anuales, que les permiten pagar sin apuros los 11.000 euros que les cuesta el crédito hipotecario del piso. Se casaron en régimen de separación de bienes, pero la vivienda figura a nombre de ambos. Lo mismo sucede con los dividendos de una imposición a plazo que hicieron hace ya algún tiempo y que les ha permitido ingresar 300 euros este año. No es mucho, pero llega para financiar unas cuantas cenas con la cuadrilla. Con la nueva normativa del IRPF van a poder ahorrar otros 310 euros adicionales. Ellos forman parte de los contribuyentes de rentas medias cuya tributación es, aunque ligeramente superior, casi similar a la del Estado. Al igual que en otros casos, la deducción especial para las viviendas adquiridas antes del 31 de diciembre de 2006 que aplicará el Gobierno central incrementa un poco más la distancia en la comparación.



5 Antonio se va a ahorrar una 'pasta' el año que viene. Nada menos que 674 euros que le permitirán, por ejemplo, elevar de forma sensible el nivel de las próximas vacaciones de verano. Es de los que se mueven sin apuros. Está soltero -asegura que porque quiere-, gana 70.000 euros anuales en un puesto de responsabilidad en el sector financiero y está pagando un piso que se lleva 9.000 euros al año entre intereses y amortización. El nuevo sistema de deducción de vivienda le favorece, porque en crédito los pagos de intereses se aproximan a la amortización. Si le llega a 'cazar' cinco años atrás, con la factura de intereses por las nubes, el asunto sería distinto. En comparación con la normativa que aplica el Estado, su situación se va a invertir. Hasta ahora le resultaba claramente más beneficioso ser contribuyente vasco. A partir del próximo 1 de enero la cuestión se va a poner más cruda para las rentas medias-altas, entre las que se encuentra la suya. Las diputaciones le han dado un poco de 'gas' a la progresividad del impuesto. Y eso se va a notar. Además, a la vista de lo que le sucede a varios de sus amigos, está llegando a la conclusión de que algo malo le han tenido que hacer esta temporada los solteros a las diputaciones para que éstas hayan decidido 'castigarles' en la reforma fiscal. ¿Será quizá un intento de incentivar el cambio de estado civil? Pues no figuraba en ninguno de los programas electorales, reflexiona en voz alta.

6 Javier es gerente de un club deportivo y es la representación real de la excepción que confirma la regla. Aunque se ha extendido la idea de que todos los contribuyentes de rentas altas tendrán en el País Vasco una presión fiscal superior a la que aplicará el Estado, la combinación de algunos factores va a permitir que, al menos en su caso, esto no sea así.

Está casado. Gracias a su puesto y a las responsabilidades que atiende, gana 90.000 euros brutos al año. Su mujer dejó de trabajar cuando tuvieron al segundo hijo y ahora es ama de casa. La experiencia va a ser diametralmente opuesta a la de Antonio, el contribuyente del ejemplo anterior. En este caso, Javier pagaba menos impuestos en el País Vasco que si viviese en otro lugar de España. Ahora la 'tortilla' se va a dar la vuelta. La razón de este cambio es el efecto positivo que ejerce la deducción por tributación conjunta en la normativa foral, frente a la doble reducción del mínimo personal que aplica el Gobierno central.

0 comentarios